CÓMPRAME
Sigo viendo.
Sigo siendo una observadora de los fenómenos de mi territorio,
sobre todo, de aquellos que se detonan por la acción del hombre y la industria extractiva.
Sigo mirando los embalses.
Sigo observando ese acontecer como si viera una película.
Y vuelvo a hacerme preguntas sobre la realidad.
¿Cuál es la realidad?
La del verano con bañistas, botes, pescadores, kayaks y deportistas.
La del invierno, con el lecho del embalse Colbún desierto y resquebrajado,
con sus esqueletos de árboles, sus antiguos caminos y uno que otro utensilio casero tirado por allí, donde antes estaban las casas de los y las habitantes de Colbún Alto, Las Melosas, La Guardia, Los Boldos…
Es mentira el invierno y es mentira el verano.
Todo es una venta de pomada milagrosa.
Todos/as creen porque no ven o no quieren ver.
Todos/as quieren vivir en el Pucón del Maule.
¿A nadie le molesta el agua hoy/ausencia mañana en esas falsas riberas?
A mí me duelen las mentiras, a mí me hizo llorar ver el río hace un invierno atrás corriendo furioso por su antiguo cauce allá en Los Boldos, y saber que luego desaparecería, cuando otra vez la primavera diera la señal de apresar sus aguas para el progreso.
La primavera es una señal de muerte para el río.
Colbún, la comuna del futuro.
Les aviso a todos y todas que ya estamos en el futuro.
Pasaron más de 40 años desde que nos dijeron que progresaríamos, que toda la fuerza laboral de Colbún tendría trabajo, que los embalses serían lagos, como en Pucón, y que venderíamos palmeras y helados, nos broncearíamos al sol y nos llenaríamos de turistas.
¿Para quién es el progreso?
No para nosotros/as.
Nosotros/as seguimos siendo los/las de siempre. Con barro en los zapatos y cansados/as.
El progreso se va hacia el norte.
Y no a cualquier norte.
Del extractivismo del agua, se va a energizar el extractivismo de las profundidades de la tierra, o a rajo abierto también, ¡qué más da!
Lo importante es sacar riqueza para alimentar los bolsillos de algunos.
Pero bueno, los embalses son hermosos en verano, se llenan de aves migrantes en invierno, el agua es fresca en primavera, los botes se ven idílicos…
Así que, ¡te vendo esta tierra!
No te preocupes, está a tu alcance. Es solo un pedacito. Lo puedes atesorar.
Va con mil promesas.
De prosperidad, de belleza, de descanso, de futuro.
Es barata.
¡Cómprame!
Llévate un lote de tierra del Pucón del Maule a tu casa.
Ya verás que será bello, se te abrirá un futuro prístino y templado.
Lleno de colores.
Aquí estoy ahora, en medio de esta tierra que una vez al año se seca y agrieta, esforzándose por generar vida en la desolación.
¡Te la vendo en pedacitos!
Es el tesoro de la tierra prometida, a la que peregrinamos, pero nunca llegamos.
Carola Cofré Muñoz
2022